Libro de Siro López titulado Nos miran en el que figura gran parte de su obra de pintura con diferentes técnicas y soportes. Siempre pintando sobre material de deshecho.

Portada del libro: Nos miran

No son pocas las personas que se sienten molestas al encontrarse con un trabajo artístico de contenido social. Consideran que el arte nunca puede ser un medio sino un fin en sí mismo. Se me ha reprochado, en más de una ocasión, carecer de libertad de creación, estar dominado por una ideología que mediatiza mi trabajo estético. El arte se convierte así en un panfleto mediático ya sea político, social o religioso.

Son reflexiones que siempre me han ayudado a interiorizar lo que vivo y siento… a confirmar con mayor ímpetu, si cabe, la necesidad de expresar aquello que me remueve por dentro, a gritar desde el silencio la belleza maltratada.

Al desempolvar la incidencia de algunos cuadros en la historia del arte, uno se encuentra con que lo formal es cimentado por el contenido. Si tomamos como ejemplo una de las obras más emblemáticas del siglo XX nos encontramos con el Guernica que, a su vez, es la obra más representativa de este artista tan demoledor: Picasso. No es casualidad. El arte se convierte así en profético en un mundo desangrado de Belleza.

Me considero libre al pintar aquello que nadie desearía tener colgado en la pared de su salón  o dormitorio. Libre al no ser canalizado por los cánones de compra-venta de las galerías de arte. Libre de ser sincero en el sentir. Pero reconozco que es una libertad acompañada de torpezas, de interrogantes, de cansancios. Todavía me falta mucho por aprender, por crecer, por escuchar, por pintar. Este catálogo no es más que un primer apunte de lo que me espera por descubrir. Ese es el placer de la vida, deshacerse para integrarse en aquello que te rodea. Dar imagen a lo que uno siente es desnudarse de dentro a fuera, salir de sí. Cuando pinto doy a luz lo engendrado en mis entrañas y es entonces, cuando deja de ser yo lo nacido en mí.

El primer cuadro del catálogo, Viendo Jugar (pág. 8), es mi primer dibujo nacido de las entrañas. Lo realicé en un folio a lápiz mientras atendía el teléfono de una residencia de estudiantes. En un primer momento quería medir mis posibilidades expresivas y mis recursos en la técnica del dibujo. Al finalizar comprobé desconcertado la intensidad del rostro, de la mirada… y su fragilidad en la ejecución: con un simple papel y un simple lápiz.

A partir de este dibujo, me nació la necesidad de iniciar una exposición ramificada en tres etapas: infancia, mujer y ancianos. Nacemos, somos y recogemos.

Como podéis comprobar en este catálogo me encuentro en las dos primeras etapas aún no terminadas. En cuanto a los ancianos estoy elaborando ideas, bocetos, reflexionando, escuchando y sintiendo experiencias. Hay realidades que necesitan un largo proceso de síntesis. Me seduce abordar temas como el silencio, el tiempo, la enfermedad, la muerte, la soledad, la vida vivida con intensidad, la sabiduría,… en definitiva, realidades que se adentran en el mundo ilimitado de las personas.

Desobedeciendo las indicaciones del tradicional profesor de pintura, a la hora de comenzar a pintar un cuadro, siempre empiezo por los ojos. Hasta que no tengo coloreada totalmente la mirada no continúo con el resto del cuadro. Necesito mantener una comunicación directa desde el primer momento, de tal modo que durante todo el tiempo que me lleva pintar el cuadro establezco una íntima mirada con la imagen. Son esos rostros los que me hablan, los que me miran, los que me interpelan. Como artista no hago otra cosa que compartir las miradas de seducción que me han ido alentando, inspirando, amando. Me he encontrado con miradas que gozan, que lloran, que iluminan, que se apagan, que buscan, que llaman, que miran, que nos miran.

No recuerdo el día en que me decidí a pintar en material de desecho, pero sí el hechizo de la belleza de los objetos y materiales que me han ido conquistado y que para otros dejaron de tener valor o utilidad. Objetos recogidos en contenedores, cunetas de carreteras, estercoleros, desvanes, edificios demolidos, papeleras,… Toda una labor arqueológica de apropiarse de lo que para muchos es despreciable, para luego ennoblecerlo gracias al arte. Resucitar lo condenado. Pervertir la idolatría del consumo voraz. Cada objeto adueñado tiene su historia, su momento, su encuentro. Ello me ha condicionado poderosamente a decidirme por el motivo a pintar en dicho objeto. Cada material está íntimamente ligado a la imagen que contiene. Es un abrazo de máxima intimidad entre la forma y el soporte.
Al mismo tiempo, los materiales suelen estar en procesos de descomposición que, con el paso del tiempo, hacen que los colores se alteren proporcionando texturas, formas y densidades de las que el propio material carecía. La misma naturaleza es siempre creadora en su proceso de reciclado.
Contemplar dichos procesos allí donde voy, me maravilla: la transformación de la madera a la intemperie, la belleza de la oxidación, el descascarillado de las pinturas, el agrietado de las paredes, las geometrías de los cristales rotos… la lista sería interminable. ¡Cuánta belleza se silencia ante nuestros ojos!

Espero estar posibilitando un espacio para la contemplación. Desearía que mi trabajo fuese un agradecimiento a la Belleza y una denuncia de aquello que vulnera la dignidad de la persona.

Siro López